Una ola de violencia invisible
empieza a sacudir las ciudades ecuatorianas; se manifiesta en diversas
formas de agresión a culturas juveniles urbanas: grupos violentos
atacan a “sus enemigos”, lo hacen bajo el amparo ideológico de consignas
extrañas a nuestro convivir y cobijados en la incapacidad de
investigación y sanción del Estado. Una de estas formas de violencia es
auspiciada por grupos neo fascistas. INREDH ha levantado 17 denuncias de
agresiones de los denominados “Skin Heads” a integrantes de otros
grupos juveniles identificados como transgresores del status quo. Estos
ataques, aprovechando la superioridad numérica y la sorpresa, han
causado heridas, golpes, acuchillamientos y hasta amputaciones en
decenas de jóvenes ecuatorianos que han sido atacados por el solo hecho
de pensar, ser, vestir y sentirse diferentes. La agresión más comentada
por los medios de comunicación fue la de Cora Cadena, rockera y
conductora del programa radial “Jatarishun”, de Radio La Luna .
Pero
la violencia contra las identidades juveniles no sólo se da en la
calle, también la encontramos en los establecimientos educativos, en la
imposición de seudo valores amparados en equivocados criterios de
autoridad y disciplina: son comunes los castigos a jóvenes que usan
distintivos de sus culturas o invocan principios de vida que, si bien
están garantizados en la Constitución del Ecuador, no son aceptados por
las autoridades docentes. Uno de estos casos es la de Andrea Alvarado,
alumna y Presidenta del Consejo Estudiantil del colegio Alfonso Del
Hierro – La Salle, en Quito, quien, aduciendo razones de objeción de
conciencia, se negó a jurar la bandera, acto que ha sido catalogado de
antipatriota y que le ha costado, como castigo, el no poder graduarse de
bachiller
Las
nuevas identidades juveniles cuestionan el fracaso del sistema
económico y político vigente, buscan un espacio más solidario y
equitativo, de ahí su vinculación con procesos de cambio social y su
solidaridad permanente con las diversas luchas emprendidas por los
movimientos sociales; irónicamente, es esta identificación la que les ha
vuelto vulnerables frente al poder, expresado en algunas formas de
educación, o la intolerancia, expresada en la agresión física.
Los
derechos de estos jóvenes, en especial de aquellos que fluctúan entre
los 15 y 18 años de edad, están garantizados en la Constitución del
Ecuador y en el Nuevo Código de la Niñez y Adolescencia, sin embargo su
desconocimiento es general, incluso en los círculos de docentes,
especialmente en sectores de la educación pública; de ahí la necesidad
de trabajar, en forma conjunta, con los jóvenes y sus maestros, buscando
alternativas entre la disciplina necesaria inherente al proceso
educativo y el respeto a los derechos de los jóvenes; luego canalizar
este debate hacia la opinión pública a través de procesos masivos de
comunicación.
Para el efecto, se trabajará con
las redes de culturas juveniles urbanas de las ciudades de Quito,
Guayaquil y Riobamba, y con los colegios a los que están integrados
estos jóvenes, siendo la base de acción los jóvenes del colectivo Quitu
Raymi, el Colectivo Al Sur del Cielo, la Comunidad Hip Hop del Ecuador y
otros colectivos de jóvenes punkeros y rockeros; a ellos se sumará la
Red de Consejos Estudiantiles de las tres ciudades y los maestros de los
colegios en los que estudian los jóvenes.
Se
proyecta trabajar con 25 colegios y 12 comunidades juveniles que
representan a las principales culturas urbanas, incluidas las
principales bandas musicales. Se ha escogido las ciudades mencionadas
por la existencia de varios grupos juveniles y por el mayor índice de
expresiones de violencia.
En el país se ha trabajo
los derechos de los niñas, niñas y adolescentes desde diversas
perspectivas, fundamentalmente encaminadas a la protección de su
vulnerabilidad; muy poco se ha trabajado los derechos de este mismo
estrato social, pero vinculado a otras formas de organización social; al
contrario, se tiene ciertos prejuicios con esos grupos, pues se teme
acercárseles porque se los considera violentos o partícipes de una serie
de actividades que el status quo condena.
Esta
propuesta responde a la convocatoria abierta realizada por la Comisión
Europea para la presentación de iniciativas de protección de los
derechos de los niños, niñas y adolescentes, en especial a quienes se
encuentran en grupos vulnerables, pues ésta apunta a prevenir la
violencia y reconocer los derechos de estas culturas juveniles, dotando
de elementos, tanto a éstos, como a otros sectores sociales con los que
se relacionan, que permitan un convivir armónico, su reconocimiento
mutuo y la erradicación de la discriminación.
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